La reciente intensificación de las acciones militares israelíes en Líbano ha generado una creciente crisis humanitaria, con más de mil vidas perdidas en menos de diez días. Esta escalada ocurre en un contexto ya crítico, donde el 80% de la población libanesa vive en condiciones de pobreza, acentuando el sufrimiento de un país que atraviesa una crisis socioeconómica desde 2019. Las preocupaciones sobre la posibilidad de que Líbano enfrente una situación similar a la de Gaza se han intensificado. En este sentido, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, advirtió que el mundo no puede permitir que Líbano se convierta en otra Gaza. Sin embargo, Israel ha declarado a Guterres persona non grata, alegando que su condena a los ataques iraníes no fue lo suficientemente firme.
El gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha criticado a Guterres por su aparente falta de condena hacia los ataques de Hamas y por sus comentarios sobre la ocupación palestina. En este clima tenso, Israel ha movilizado más tropas hacia el sur de Líbano, donde se han reportado enfrentamientos con el grupo Hezbollah, resultando en bajas para las fuerzas israelíes.
La violencia ha forzado a 1.2 millones de libaneses a abandonar sus hogares, lo que representa aproximadamente una quinta parte de la población del país. Muchos de estos desplazados son sirios que han estado viviendo en Líbano, que alberga el mayor número de refugiados per cápita del mundo. La Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA) ha informado que casi 800 refugios temporales se han habilitado, con más de la mitad alcanzando su máxima capacidad.
El primer ministro interino, Najib Mikati, ha hecho un llamado urgente a la comunidad internacional para que brinde asistencia a los civiles afectados, describiendo la situación como la más grave en la historia reciente del país. Las necesidades humanitarias están aumentando rápidamente, mientras los recursos se están agotando. Las organizaciones internacionales advierten sobre las consecuencias devastadoras de la escalada militar, en un país donde la inestabilidad política ha reducido la ayuda exterior y las inversiones.
A medida que miles de personas intentan encontrar refugio, muchos se ven obligados a regresar a Siria, un país que sigue inmerso en su propio conflicto. La situación es dramática: más de 130,000 personas han cruzado a Siria en busca de seguridad, aunque las condiciones allí también son precarias. La comunidad internacional ha sido instada a actuar con rapidez para evitar una catástrofe humanitaria aún mayor en la región.

