Hace dos semanas la monarquía británica confirmó al mundo la condición de salud actual del recientemente coronado rey Carlos III, la cual es delicada ya que padece de cáncer, y tan pronto se confirmó la enfermedad la noticia ha sido tendencia permanente, sobre todo ante las dudas que lógicamente se derivan de esto; como si es que abandonaría su puesto, tanto como si el tratamiento será eficaz.
Ambas preguntas tuvieron una misma respuesta, el rey Carlos II regresó a sus actividades oficiales después de dos semanas de tratamiento, del que no se ha precisado ningún detalle, en la residencia campestre de Sandringham, en el este de Inglaterra.
Para muchos la revelación pública de la enfermedad del rey, tiene un alto significado sobre la nueva tónica que tiene ahora la realeza, estableciendo un nuevo enfoque de lo hasta ahora poco compartido desde el Palacio de Buckingham, se sabe que tradicionalmente los muros del palacio siempre fueron infranqueables, silenciosos y sumamente quisquillosos sobre todo en lo que a salud se refiere, muy reservados más aún sobre el estado de salud de los monarcas en turno.
Esto ha cambiado y marca un hito en la historia moderna de la monarquía.
Ante los hechos Carlos regresa a la oficina, se le nota en buen estado general y mantuvo su primera audiencia pública desde el anuncio. Recibió al primer ministro británico, Rishi Sunak, quien le expresó el sentir personal y de todo el pueblo británico, el que aseguró, le estaba apoyando permanentemente en este momento de enfermedad. Por su lado Carlos II admitió que se ha sentido muy emocionado por los mensajes y tarjetas de apoyo que desde el anuncio ha recibido.
