En un nuevo giro de tuerca en el episodio de tensión bilateral con China, los Estados Unidos han aceptado que los tres objetos voladores derribados por sus aviones de combate en espacio de Alaska, Canadá y Míchigan el viernes, sábado y domingo pasados, no pertenecen a China, país al que han señalado de presuntos actos de espionaje aéreo.
Mientras se presume que aún hay más objetos derribados, el país del norte cambia el discurso y deja de acusar a China, dejando la puerta a muchas más interrogantes, sobre todo de índole militar como de seguridad nacional, ya que se dice que no saben la verdadera procedencia de estos artefactos de los que poco se ha revelado, pero de los que aseguraron, “contienen artefactos de espionaje”.
Melissa Dalton, subsecretaria de Defensa para la Defensa Nacional y Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, refirió la víspera: “…hemos estado vigilando más de cerca nuestro espacio aéreo a estas altitudes, incluyendo la mejora de nuestros radares, lo que puede explicar, al menos en parte, el aumento de objetos que hemos detectado durante la semana pasada”.