El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que ningún país quedará exento de los aranceles impuestos por su administración, argumentando que las medidas buscan corregir desequilibrios comerciales injustos. A través de su red Truth Social, el mandatario recalcó que China es el país que más ha perjudicado a Estados Unidos y negó que se hayan emitido exenciones arancelarias recientes, señalando que ciertos productos tecnológicos sólo cambiaron de categoría impositiva, pero siguen sujetos a un gravamen del 20 por ciento.
Trump también anunció que iniciará una investigación comercial bajo criterios de seguridad nacional, centrada en los semiconductores y en la cadena de suministro electrónica, lo que podría derivar en nuevos aranceles. La tensión aumentó luego de que Pekín solicitara eliminar los aranceles recíprocos y llamó a Washington a enmendar sus errores para restaurar el respeto mutuo en las relaciones bilaterales.
El Ministerio de Comercio chino criticó fuertemente a Estados Unidos por afectar el comercio global y la vida cotidiana de las personas, asegurando que las sanciones no han resuelto problemas internos. En paralelo, el presidente Xi Jinping reiteró que las guerras comerciales no benefician a ningún país y reafirmó el papel de China como motor de la economía mundial.
Desde el Departamento de Comercio, Howard Lutnick reveló que las negociaciones continúan mediante intermediarios, con la esperanza de superar las diferencias. Adicionalmente, se anticipan nuevos aranceles para teléfonos y computadoras, que se aplicarían dentro de dos meses y se sumarían al incremento del 125 por ciento sobre productos chinos.
Por su parte, Peter Navarro, asesor comercial de la Casa Blanca, condicionó el fin del conflicto a que China promueva el consumo interno y cese sus prácticas que calificó de depredadoras.
