A partir del lunes, Alemania ha implementado controles fronterizos aleatorios en las fronteras con cinco países europeos occidentales, en un esfuerzo por combatir la inmigración irregular. Esta medida amplía los controles que ya estaban en vigor en otras cuatro fronteras del país.
Los nuevos controles se han iniciado en las fronteras con Francia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Dinamarca, y se prevé que continúen durante seis meses. Previamente, Alemania ya había instaurado controles similares en sus límites con Polonia, República Checa, Austria y Suiza desde el año pasado.
La decisión de expandir estos controles surge en el contexto de un aumento en la preocupación por la seguridad interna tras recientes ataques extremistas. La semana pasada, el gobierno alemán reveló que la ampliación de los controles a todas sus fronteras terrestres se enmarca en un esfuerzo más amplio para enfrentar la inmigración irregular y la delincuencia. Este movimiento sigue a ataques recientes que han sacudido al país: un ataque con arma blanca perpetrado por un solicitante de asilo sirio en Solingen, que resultó en la muerte de tres personas, y otro ataque en junio, cometido por un inmigrante afgano que dejó a un policía muerto y a cuatro heridos.
Estos controles fronterizos han suscitado preocupaciones sobre el impacto en la unidad europea, ya que algunos los perciben como una amenaza para la zona de libre circulación de la Unión Europea, conocida como el espacio Schengen. La capacidad de los ciudadanos europeos para viajar libremente entre países es uno de los pilares de la UE.
Según las directrices de la Unión Europea, los estados miembros pueden restablecer temporalmente controles en sus fronteras internas en caso de una amenaza grave para la seguridad. Sin embargo, estos controles deben aplicarse como último recurso y ser limitados en duración.
Típicamente, medidas de este tipo se implementan en eventos de gran escala, como los recientes Juegos Olímpicos en París o la Eurocopa de fútbol. La decisión de imponer estos controles también responde a la presión política interna, especialmente después del éxito electoral de partidos de ultraderecha en el este de Alemania. En este contexto, se realizarán elecciones adicionales en el estado de Brandeburgo, que rodea Berlín, el próximo domingo.
