Bitácora del Poder por Naim Libien Abouzaid
La marcha convocada por la Generación Z llega en un momento político particularmente frágil para Morena. Tras el asesinato de Carlos Manzo, un hecho que expuso nuevamente la violencia estructural del país, vimos a la presidenta Claudia Sheinbaum confrontar su primera crisis de desgaste político: cansancio visible, narrativa débil y falta de una acción contundente que calmara los ánimos.
Días antes de la manifestación, desde perfiles cercanos al partido en el gobierno se intentó minimizar la convocatoria, pero la estrategia falló. En redes sociales el movimiento creció sin control, impulsado por jóvenes que, lejos de los filtros tradicionales de la política, construyeron su propio llamado.
El sábado dejó imágenes que no veíamos desde hace años: granaderos frente a Palacio Nacional y un cerco metálico resguardando el recinto. Un Zócalo con cerca del 70% de capacidad en la Ciudad de México y una multitud importante en Guadalajara confirmaron que el mensaje de la marcha había rebasado cualquier pronóstico.
Los enfrentamientos entre integrantes del llamado “bloque negro” y los granaderos levantaron sospechas legítimas: ¿espontáneo o una operación para desacreditar la protesta? Nada se descarta en un país donde la política vive del cálculo y la narrativa.
La marcha dejó ver otro fenómeno: la ausencia total de la oposición, que no se atrevió a capitalizar un movimiento que, en teoría, podría favorecerla. Tampoco surgió un liderazgo dentro de la propia Generación Z. Hubo reclamos, consignas dispersas y un sentimiento generalizado de frustración, pero sin una voz articuladora que transformara el enojo en programa político.
Mientras tanto, dentro de Morena las fracturas se profundizan. Los grupos de Adán Augusto, Monreal y los hijos del expresidente López Obrador están más aislados que nunca. El desgaste también es interno. Y lo que es peor, se comenta que estos sucesos apoyan la inestabilidad del país como método de “venganza”.
Con una aprobación internacional del 41%, similar a la de Donald Trump, la presidenta enfrenta un escenario complicado. Seguridad, economía, movilidad, educación: todos los frentes exigen resultados inmediatos. La marcha fue un recordatorio de que el tiempo político se acorta.
Caos vial en el Estado de México: un problema ignorado
En otro tema, resulta urgente retomar la discusión sobre la organización vial en el Estado de México. En municipios como Cuautitlán Izcalli el tránsito es una pesadilla diaria, sin una estrategia seria para ampliar vialidades ni mejorar la seguridad. La falta de planeación afecta directamente la calidad de vida de millones de mexiquenses. Un plan ordenado y moderno es indispensable. El tiempo para el Gobierno del Estado está corriendo y la narrativa de echarle la culpa a los de antes comienza a acabarse. Así que esperemos ver un plan mayor para solucionar este tema que los priistas dejaron, más aún con el trabajo actual de bacheo y pavimentación.
Que el resto del país tome nota.


