El Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) enfrenta una encrucijada que podría definir el rumbo comercial de América del Norte. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) advirtió que el verdadero campo de batalla no estará en las presidencias, sino en el Congreso estadounidense, donde se decidirá si el acuerdo sobrevive o se reinventa.
México y Canadá ya mueven sus fichas estratégicas en regiones clave como el “cinturón del maíz” y el corazón automotriz del medio-oeste, donde los intereses económicos son vitales para los congresistas. La revisión sexenal del tratado está programada para el 1 de julio de 2026, pero si deriva en renegociación, el proceso podría convertirse en un laberinto político.
El presidente Donald Trump necesitaría reactivar la Autoridad de Promoción Comercial (TPA, por sus siglas en inglés), mecanismo que permite negociar con libertad siempre que siga los lineamientos del Legislativo. Sin embargo, la última extensión venció en 2021, dejando un vacío legal que podría complicar cualquier intento de reabrir capítulos del acuerdo.
Especialistas advierten que sin la TPA, la negociación se fragmentaría, quedando expuesta a presiones de grupos de poder que podrían usar el tratado como moneda política. Ante este escenario, México y Canadá apuestan a la diplomacia legislativa, confiando en el peso de sus exportaciones agrícolas y automotrices para mantener aliados en Washington.
El reloj avanza hacia 2026 y la incertidumbre crece: ¿resistirá el T-MEC o se reescribirá bajo tensiones geopolíticas? La historia del comercio norteamericano podría entrar en su capítulo más turbulento.