La guerra de Rusia contra Ucrania ha alcanzado este viernes un nuevo giro, después de que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, aprobara el fortalecimiento de las medidas de apoyo a Ucrania, a través de un paquete armamentístico por 800 millones de dólares donde se consideran desde ahora también el suministro de las mortíferas bombas de racimo para “la defensa de Ucrania”.
Este tipo de bombas denominadas también bomba de fragmentación o bomba de dispersión, plantean un nuevo problema para la guerra y la paz mundial, ya que representan por sí mismas una nueva escalada de violencia, ya que son consideradas en extremo inhumanas por el amplio rango de impacto que generan, además de que muchas de las “submuniciones” que se dispersan no llegan a estallar y permanecen como “minas” antipersona que históricamente se han cobrado numerosas víctimas civiles en las eras posguerra.
