Sanae Takaichi se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra de Japón, marcando un hecho histórico en una nación donde la política ha sido dominada por hombres. Su nombramiento, sin embargo, ha despertado tanto expectativas de cambio como controversias por su postura conservadora.
Una “Dama de Hierro” en el poder
Gran admiradora de Margaret Thatcher, Takaichi se ha consolidado como una figura fuerte dentro del Partido Liberal Democrático (PLD). Su ascenso busca, según analistas, fortalecer la base conservadora del partido. Sin embargo, su oposición al matrimonio igualitario y a que las mujeres puedan heredar el trono imperial ha generado debate sobre el verdadero alcance de su liderazgo femenino.
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Entre tradición y modernidad
Aunque durante su campaña prometió incentivos fiscales para empresas con guarderías y apoyos a familias trabajadoras, su trayectoria sugiere un enfoque tradicional del rol femenino. Según el Foro Económico Mundial, Japón ocupa el puesto 118 de 148 países en igualdad de género, la cifra más baja entre las naciones del G7.
Expertas como Naomi Koshi consideran que la llegada de Takaichi al poder puede reducir barreras psicológicas para las mujeres japonesas, pero otras, como Ayda Ogura, advierten que su liderazgo podría reforzar el sistema patriarcal.
El reto por delante
Takaichi enfrenta una economía lenta, inflación y la necesidad de recuperar la confianza ciudadana. Además, deberá sostener relaciones diplomáticas clave, como con el presidente Donald Trump, en los próximos días.
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