Yamandú Orsi creció en un hogar modesto en una zona rural de Uruguay, donde las condiciones de vida eran muy diferentes a las que conocemos hoy. Sin electricidad ni comodidades modernas, la vivienda contaba con un inodoro a la turca, y su mundo era tan alejado de las urbes que cuando una ambulancia llegó a su localidad, Orsi, con apenas cuatro años, se escondió al no reconocer el vehículo. Su hermana, Luján, siete años mayor, recuerda haberlo buscado hasta hallarlo, agazapado entre un ropero y una cama, con una expresión de miedo en su rostro. En ese momento, la ambulancia no lo buscaba a él, sino a su padre, quien sufría de una hernia discal, consecuencia de su trabajo en los viñedos.
Sin embargo, Orsi no sabía lo que estaba sucediendo. A esa edad, no era consciente de que ese episodio marcaría el comienzo de una serie de eventos que lo llevarían, décadas después, a asumir la presidencia de Uruguay. En las elecciones celebradas el pasado domingo, Orsi obtuvo el 49,8% de los votos tras un reñido balotaje contra el oficialista Álvaro Delgado. Su victoria le permitió consagrarse como el nuevo presidente del país, bajo la bandera del Frente Amplio, coalición de izquierda de la que es candidato y referente.
La carrera política de Orsi, quien a lo largo de su vida se dedicó a la enseñanza de historia, ha sido una construcción progresiva que lo ha llevado a ser reconocido como uno de los políticos más destacados del Uruguay actual. Con una trayectoria marcada por la cercanía con el expresidente José “Pepe” Mujica, su éxito en las urnas refleja el apoyo a su proyecto de cambio, en contraste con el oficialismo. Este resultado en las elecciones nacionales cierra un ciclo para Orsi, cuyo destino comenzó a forjarse en un rincón apartado del país.