En un esperado primer debate presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump, los aspirantes a la Casa Blanca demostraron estilos marcadamente diferentes. La vicepresidenta Harris presentó un tono sereno pero incisivo, mientras que el expresidente Trump adoptó una postura combativa y en ocasiones descontrolada. Durante el encuentro, Harris supo poner en aprietos a Trump con temas sensibles como el aborto y la democracia, resaltando sus diferencias en la visión política.
El debate estuvo caracterizado por un intercambio de acusaciones y enfrentamientos, así como por la circulación de información errónea. El primer debate de esta carrera presidencial resultó ser un cruce intenso de reproches, con Trump enfocándose en la inmigración como su principal argumento de defensa frente a los cuestionamientos. Por otro lado, Harris aprovechó la oportunidad para cuestionar el manejo económico y las políticas migratorias del exmandatario.
Martín de Luca, exfiscal de Nueva York y asesor estratégico, comentó a France 24 que el desempeño de Harris fue más sólido de lo anticipado. Según De Luca, la vicepresidenta logró provocar a Trump y generar una notable agitación en él, aunque consideró que el debate en general fue superficial. “No sé si llamaría ‘explosión’ a lo de Trump, pero claramente Harris consiguió irritarlo. Sin embargo, el debate fue bastante básico y no se profundizó en temas sustanciales,” explicó De Luca.
El debate se llevó a cabo en un formato sin audiencia, con constantes intervenciones de los moderadores para controlar el tiempo asignado a cada candidato. Harris y Trump se presentaron ante el público para reafirmar sus visiones sobre el rol presidencial, más que para desarrollar sus propuestas políticas en profundidad.
Trump criticó severamente a Harris por la gestión económica durante la administración de Joe Biden y la política migratoria actual, a la que él considera desastrosa. En contraste, Harris retrató a Trump como un millonario desconectado y con inclinaciones autoritarias, argumentando que su liderazgo podría amenazar el futuro democrático de Estados Unidos.
De Luca añadió que la importancia del debate podría estar más en el entretenimiento que en la persuasión de votantes indecisos. Aunque Harris mostró un buen dominio de su discurso, el debate no parece haber sido decisivo para cambiar la opinión de los votantes aún indecisos. Por su parte, Trump sigue presentando su imagen rebelde contra un sistema que considera corrupto, pero esta postura ha perdido algo de impacto respecto a su versión más radical que lo llevó a la presidencia en 2016.
