La intersección entre política y deporte ha sido evidente a lo largo de la historia, sin embargo, la reacción de las organizaciones deportivas ante las posturas de sus jugadores puede variar significativamente. Este es el caso reciente de la NFL, donde el apoyo a causas políticas por parte de los jugadores ha generado polémica. Colin Kaepernick, exmariscal de campo de los San Francisco 49ers, fue excluido de la liga tras arrodillarse durante el himno nacional en protesta contra la brutalidad policial hacia la comunidad afroamericana. En contraste, el defensa Nick Bosa, también de los 49ers, ha expresado su respaldo a la campaña de Donald Trump sin enfrentar consecuencias.

Durante el Sunday Night Football de la Semana 8, tras la victoria de su equipo, el mariscal de campo Brock Purdy concedió una entrevista a NBC. En ese contexto, Bosa hizo una aparición notable al lucir una gorra con el lema “Make America Great Again” de Trump, lo que ha suscitado un intenso debate en las redes sociales. Mientras algunos apoyan su gesto político, otros critican a la franquicia por la aparente hipocresía, recordando la controversia que rodeó a Kaepernick. Comentarios en plataformas digitales incluyen cuestionamientos sobre el aparente doble rasero de la liga en cuanto a la libertad de expresión de los atletas.
Uno de los excompañeros de Bosa en la escuela secundaria, quien lo instruyó en debate y oratoria, expresó su descontento, señalando que su acción es “tan racista como tonta” y pidió que la NFL asuma su responsabilidad en este asunto. Además, es importante mencionar que los San Francisco 49ers cuentan con una base de aficionados hispanohablantes considerable, tanto en Estados Unidos como en América Latina, lo que añade una dimensión adicional a la situación. A pesar de los esfuerzos por conectar con la comunidad latina, el mensaje de Bosa, transmitido a nivel nacional, podría ser perjudicial para la imagen del equipo, especialmente en un contexto donde los comentarios despectivos, como los de Tony Hinchcliffe en un mitin de Trump, también han salido a la luz. La disparidad en las reacciones hacia las expresiones políticas de los jugadores subraya un conflicto persistente que la NFL aún debe abordar con seriedad.

